martes, 23 de abril de 2013

Confesion


Hace bastante tiempo que ando buscando un marco apropiado donde volcar algunas confesiones que hace mucho que vengo incubando y que ya llegaron a un grado de madurez suficiente como para que puedan abandonar la rama de mi árbol interior y sean de dominio público.
Por lo que pude aprehender sobre la calidad de los visitantes de la web en general, considero que este es el escenario adecuado sobre el cual volcar mi secreto, que hasta ahora deambula solitario y sin rumbo por las áridas planicies de mi conciencia.
Sé muy bien que no es nada fácil hablar sobre asuntos de naturaleza íntima, y el tema que me lleva a abrirles mi corazón lo es, y para aumentar el tamaño del drama que vivo, se refiere al territorio de la sexualidad. Sobre gustos y tendencias. Sobre mis gustos y tendencias. Por eso es tan difícil ventilarlos en público.
Sé también que después de ofrecerles en bandeja de plata mi más profunda verdad, muchos de Uds. se sorprenderán. Otros, asumiendo una postura de autosuficiencia, afirmarán: "¡yo sabíiiiia... bien que desconfiaaaba!
Algunos no le darán la menor importancia a lo que lean, y otros ni leerán lo que escribo. En fin, cada cabeza una sentencia, puesto que cada individuo es el producto de sus gustos y preferencias. Puedo decir, empezando - y resumiendo - que pertenezco a una minoría con tendencias sexuales que podrían ser consideradas por la mayoría como "anormales", lo que, debemos aceptar, no es ninguna vergüenza, pero se quiera o no se quiera, personas que se encuentran en mi situación, cada día que pasa son más y más discriminadas, como si fueran (fuéramos) enfermos leprosos o algo peor.
El grupo sexual al que pertenezco es - si lo comparamos con la sociedad como un todo - bastante reducido, pero creo que ése no es un motivo suficiente para ser excluídos por el abuso de una conducta despiadada de la mayoría que no respeta la individualidad sagrada del ser humano, pisoteando con rencor el libre albedrío de las personas.
He vivido mi particular forma de entender y ejercer la sexualidad, de manera casi clandestina, usando subterfugios para no ser descubierto "in fraganti", y es a eso a lo que deseo ponerle un punto final, quedando liberado de la obligación de vivir callando y/o fingiendo. Por todo eso - y a pesar de conocer el riesgo que corro - abro de par en par mi alma ante mis amigos virtuales, y en dos simples palabras les confieso mi más íntimo secreto: 

SOY HETEROSEXUAL.

Sí. Confieso que pertenezco a la minoría masculina que aprecia el sexo femenino, que sueña con mujeres, que tiembla de emoción al contacto de la piel femenina, y, lo que es mucho más grave, que no me arrepiento de ello, sino que, al contrario, insisto y prometo reincidir siempre que las circunstancias lo permitan.
Sí, amigos. Soy heterosexual en un mundo en el que cada vez quedamos menos, y cada vez más somos considerados como una especie en vías de extinción, dignos de que nos expongan al ridículo en plaza pública.
Bueno, ahí está. Para ser honesto, pensé que me costaría más, pero sin embargo la confesión me salió de un tirón. Ni siquiera un simple titubeo.

Creo que a esta altura del partido muchos de Uds. habrán reaccionado horrorizados, pensando "¿cómo es posible que a un hombre le gusten apenas las mujeres?...
Así es. Así soy. Este es mi delito: soy heterosexualísimamente heterosexual.
Le guste a quien le guste, le duela a quien le duela.
Ahora, después de haberme sacado este peso de encima, espero que mi confesión - que reconozco es realmente terrible - no afecte la buena relación virtual entre nosotros.
Finalmente, creo que no debo terminar esta declaración ante el escribano mayor de la Historia o el Fiscal de la Humanidad sin mencionar, para que conste en acta, que tengo aprecio y consideración por todos aquellos que no sintonizan el mismo credo sexológico que yo, y que respeto toda y cualquier tendencia de toda y cualquier persona en toda y cualquier circunstancia.
Yo, entretanto, de la misma forma que pertenezco a la generación que aprecia un buen trago y no de la que se decanta por otro tipo de drogas maléficas, soy también un miembro vitalicio de la casta de los amantes del sexo opuesto. Cuanto más femeninas, mejor. Vive la diference!
Bueno, si sobró alguno me perdone por haber invadido su territorio para volcar en su pantalla el guión de mis depravados vicios sexuales - bastante anormales para la época, lo confieso - pero a los cuales, no tengan la menor duda, no renuncio ni que las vacas empiecen a volar.



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