*Nos enseñaron a tener paciencia *nos enseñaron a no andar descalzos *nos enseñaron a morir de viejos *nos enseñaron a vivir a plazos *nos enseñaron a guardar silencio *nos enseñaron a temer la noche *nos enseñaron que el placer es malo *nos enseñaron a crecer a golpes *nos prohibieron las cosas más hermosas *ir al campo a robar brevas *bañarnos en el verano con las mozas en la alberca *y crecimos enfermizos faltos de aire y de besos *llena la piel de preguntas que contestaba el silencio *pero apareció la vida cuando moríamos de sed *era una fuente su cuerpo que invitaba a los sedientos a beber, a beber. *Probamos la dulzura de la carne *supimos que aún estábamos a tiempo *nos hartamos de besos, de manzanas, *declaramos la guerra al sufrimiento *nos quitamos la vieja piel a tiras *renegamos de todo lo sabido *prometimos pecar a manos llenas *nos hicimos más tiernos y más niños *ahora, cada día tiene su fruto *cada noche su secreto *y el tiempo es una mentira que han inventado los viejos al arrancarnos las vendas que nos negaban el cuerpo *descubrimos el presente que es lo único que tenemos *y cantaremos la vida *y no abriremos la puerta a la muerte mientras dentro del cuerpo quede una gota de deseo, de deseo.
Sucede que me canso de ser hombre. Sucede que entro en las sastrerías y en los cines marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro Navegando en un agua de origen y ceniza.
El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos. Sólo quiero un descanso de piedras o de lana, sólo quiero no ver establecimientos ni jardines, ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.
Sucede que me canso de mis pies y mis uñas y mi pelo y mi sombra. Sucede que me canso de ser hombre.
Sin Embargo sería delicioso asustar a un notario con un lirio cortado o dar muerte a una monja con un golpe de oreja. Sería bello ir por las calles con un cuchillo verde y dando gritos hasta morir de frío
No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas, vacilante, extendido, tiritando de sueño, hacia abajo, en las tapias mojadas de la tierra, absorbiendo y pensando, comiendo cada día.
No quiero para mí tantas desgracias. No quiero continuar de raíz y de tumba, de subterráneo solo, de bodega con muertos ateridos, muriéndome de pena.
Por eso el día lunes arde como el petróleo cuando me ve llegar con mi cara de cárcel, y aúlla en su transcurso como una rueda herida, y da pasos de sangre caliente hacia la noche.
Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas, a hospitales donde los huesos salen por la ventana, a ciertas zapaterías con olor a vinagre, a calles espantosas como grietas.
Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos colgando de las puertas de las casas que odio, hay dentaduras olvidadas en una cafetera, hay espejos que debieran haber llorado de vergüenza y espanto, hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.
Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos, con furia, con olvido, paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia, y patios donde hay ropas colgadas de un alambre: calzoncillos, toallas y camisas que lloran lentas lágrimas sucias.
la inmarcesible rosa que no canto, la que es peso y fragancia, la del negro jardín de la alta noche, la de cualquier jardín y cualquier tarde, la rosa que resurge de la tenue ceniza por el arte de la alquimia, la rosa de los persas y de Ariosto, la que siempre está sola, la que siempre es la rosa de las rosas, la joven flor platónica, la ardiente y ciega rosa que no canto, la rosa inalcanzable.
*Las cosas que me dices cuando callas, *los pájaros que anidan en tus manos, *el hueco de tu cuerpo entre las sábanas, *el tiempo que pasamos insultándonos, *el miedo a la vejez, *los almanaques, *los taxis que corrían despavoridos, *la dignidad perdida en cualquier parte, *el violinista loco, *los abrigos, *las lunas que he besado yo en tus ojos, *el denso olor a semen desbordado, *la historia que se mofa de nosotros, *las bragas que olvidaste en el armario, *el espacio que ocupas en mi alma, *la muñeca salvada del incendio, *la locura acechando agazapada, *la batalla diaria entre dos cuerpos, *mi habitación con su cartel de toros, *el llanto en las esquinas del olvido, *la ceniza que queda, los despojos, *el hijo que jamás hemos tenido, *el tiempo del dolor,
*los agujeros, *el gato que maullaba en el tejado, *el pasado ladrando como un perro, *el exilio, la dicha, *los retratos, *la lluvia, *el desamparo, *los discursos, *los papeles que nunca nos unieron, *la redención que busco entre tus muslos, *tu nombre en la cubierta del cuaderno, *tu modo de abrigarme el corazón, *la celda que ocupaste en una cárcel, *mi barca a la deriva, *mi canción, *el bramido del viento entre los árboles, *el silencio que esgrimes como un muro, *tantas cosas hermosas que se han muerto, *el tiránico imperio del absurdo, *los oscuros desvanes del deseo, *el padre que murió cuando eras niña, *el beso que se pudre en nuestros labios, *la cal de las paredes, *la desidia, *la playa que habitaban los gusanos, *el naufragio de tantas certidumbres, *el derrumbe de dioses y de mitos, *la oscuridad en torno como un túnel, *la cama navegando en el vacío, *el desmoronamiento de la casa, *el sexo rescatándonos del tedio, *el grito quebrado, *la madrugada, *el amor como un rito en torno al fuego, *el insomnio, *la dicha, *las colillas, *el arduo aprendizaje del respeto, *las heridas que ya ni Dios nos quita, *la mierda que arrastramos sin remedio, *todo lo que nos dieron y quitaron, *los años transcurridos tan deprisa, *el pan que compartimos, *las caricias, *el peso que llevamos en las manos.